No sé si nunca os habrá pasado que vuestra madre os haya sugerido acompañarla a
hacer la compra y haber tenido que aceptar para evitar males mayores. El otro
día me pasó pero fue algo peor porque a donde íbamos a ir no era nada más y nada
menos que IKEA. La verdad es que yo ya había oído hablar de esa cosa y lo que
había escuchado era todo cosas malas, pero bueno sólo iba a ser 1 hora de compras.
Después de 2 horas y media ya por fin veo la palabra "exit", estaba iluminada. Ya parecía que estábamos saliendo, pero no, todavía faltaba recoger toda la mercancía que estaba metida en cajas. Lo peor de todo es que había que meterse otra vez en otro laberinto, éste era aún peor porque era oscuro y lleno de cajas con números, como decía mi madre era el último esfuerzo y me iba a recompensar con una silla para mi cuarto, por lo que no puse ni una pega y le ayudé a cargar todo; me puse a observar las caras de la gente y era muy gracioso porque a las mujeres se las veía generalmente satisfechas con la compra efectuada y a los hombres se les pasó de la sonrisa forzada a una expresión de asco y de ganas de salir de una vez por todas. Lo mejor es que no ponían reparo a abrir la cartera porque ése ya era su billete de salida de ése infierno.
Como podréis observar ésto de ir de compras y al IKEA no es un buen plan para pasar una mañana, pero al fin y al cabo es tu madre a la que ayudas y una vez que llegas a casa te sientes satifecho de haber hecho un acto caritativo aunque te metas inmediatamente en la cama.
Gonzalo Gsm.
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